El día que llegué a mi primera consulta de tarot, fue con Maeve y siempre lo digo: me cambió la vida. Fue un domingo, hace ya casi 3 años. Al inicio ni siquiera tenía claro qué quería preguntar, Maeve es una guía paciente y certera, consiguió que fuera capaz de formular las preguntas que me angustiaban y que yo aún escondía de mí misma. La tirada fue… reveladora. Me colocó en una situación de vulnerabilidad muy fuerte, pero nunca me sentí expuesta ni en peligro como suele suceder cuando alguien nos desnuda con verdades que duelen ahí en lo profundo del alma. Y me contuvo en ese momento. Hablamos de esferas de mi vida que yo ni consideré que tuvieran algo que ver con mi trabajo. ¿Ves eso?, preguntó con voz cariñosa cuando yo solo miraba mis frustraciones, es él. El universo diciéndote que es justo por ahí. Me ayudó a mirar muy profundo, a dar luz a los bloqueos, a darme cuenta que mi asociación del mérito al dolor y al sufrimiento me estaban cegando a un camino que sí llenaba mi alma. Luego de la sesión no fue todo coser y cantar, tardé medio año en atreverme a soltar por completo eso que no me aportaba ya nada y solo me drenaba pero a lo que me aferraba como una tabla de salvación en el medio del naufragio. Cuando solté estaba llena de miedos, más miedos que nunca. Pero confíe en el mensaje de aquellos guías a través de las cartas, confíe en mi intuición y me lancé. No ha sido un camino de rosas desde entonces, pero estos dos años mi vida profesional se siente llena de propósito, de ilusión, de satisfacción. Me ha rodeado de personas maravillosas, me ha hecho ver en mí también algo que creí perdido y aunque es un reto constante, estoy feliz porque cada día despierto con un propósito que incluye mejorar la persona que soy para mí misma y para los demás